La palabra “ahorita” se oye muy bonita, fina, delicada y hasta tierna, como todos los diminutivos, aunque su significado real no tenga en realidad mucho de tierno.
“Ahorita” debería de significar un ahora en pequeño, un ahora reducido, y a partir de esa definición se podría esperar que el “ahorita” fuera un lapso de tiempo menor al que sugiere el simple “ahora”.
¿Cuándo es ahorita?
Pero no, no es así, incluso tal vez todo lo contrario, porque el “ahorita” en el lenguaje mexicano coloquial y sobre todo en los hechos, remite a un lapso de tiempo indefinido e indeterminado, que lo mismo puede ser de un minuto, cinco, diez, treinta o hasta días o meses, y tal vez un “ahorita” significa nunca.
Una palabra, o una respuesta vaga no lo es precisamente por su significado, sino por sus límites, o dicho de otra manera por la extensión que puede abarcar.
Una palabra ambigua es la que tiene o puede tener más de un significado, mientras que en el “ahorita” el problema no es de significado.
Ahora vs Ahorita
Es raro que alguien diga o responda por medio de un “ahora”, “ahora mismo” o un simple “sÍ”, por ejemplo, pero de ser así se puede esperar cierta inmediatez respecto a la acción a la que se refiere la palabra:
-Préstame diez pesos-
-Sí, ahora mismo-
Y sencillamente le hace entrega de los diez pesos:
-Señor X, necesito los datos de las ventas de la semana-
-Sí señor, ahora se los hago llegar-
Y se los entrega:
-¿Me acompañas a la calle?-
-Sí, vamos-
Y en efecto, van.
Pero si en cualquiera de estos casos la respuesta hubiese sido “ahorita”, pues adiós diez pesos, adiós información de ventas, y más vale que la persona que solicita acompañamiento vaya a la calle sola y resignada, porque el “ahorita” significa todo menos una afirmación realmente efectiva y predecible.
Alguien no habituado al verdadero uso de la palabra puede desconcertarse, asombrarse o molestarse cuando de percata de que su interpretación del término no fue la previsible.
Alguna vez escuché que el “ahorita” es un “futuro inconcreto”.
A lo que más se asemeja el “ahorita” es a una evasiva, no significa un “no” pero tampoco un “sí” definitivos, se relaciona más con un “probablemente” que con una afirmación o una negación concluyentes.
Significado real de «ahorita»
Regresando a los ejemplos, en el primer caso, el del préstamo, equivaldría a decir:
“No sé si te voy a prestar los diez pesos que me pides, pero te hago constar que te escuché y que tal vez te los preste o tal vez no, pero no quiero que insistas. Mejor consíguelos en otro lado”.
En el segundo caso, el del reporte de ventas, significaría: “No tengo el reporte que me pide, voy a tratar de elaborarlo, pero no me comprometo”.
En el tercer caso, el de la solicitud de acompañamiento a la calle, sería algo como: “No tengo ganas de acompañarte, mejor ve sola, y no me lo pidas otra vez porque ya te contesté que “ahorita”.
Razones
¿Será indecisión, falta de seguridad, mala costumbre, temor de ofender, defraudar o de comprometerse? Puede ser un poco de las tres, y quizá de alguna otra.
Respuestas genéricas y específicas
Pero hay otra manera de verlo, más profunda y menos crítica, que se refiere a la diferencia entre las respuestas “genéricas” y las “específicas”.
Las respuestas específicas son precisas y concretas, mientras que las genéricas son flexibles o vagas.
El problema con las específicas es que por su naturaleza son puntuales y en cierto modo comprometen, y el riesgo de incurrir en un error o de equivocarse es mayor, y en el caso del “ahorita” de mentir.
Surrealismo mexicano
Puede ser, tiene sentido, pero creo que el “ahorita” es un ingrediente más del surrealismo mexicano, de ese conjunto de curiosidades difíciles de comprender, pero que cuando se digieren causan risa y después se adoptan entendiendo sus ventajas.
Otra de esas “trampas del lenguaje” es la de evitar decir que “no” y responder de una manera vaga, como “vamos a ver”, “a lo mejor”, “yo te aviso”, “puede ser”, respuestas que denotan inseguridad y falta de firmeza.
Temor a decir «no»
No se sabe bien lo que se quiere, o se teme ofender con una negativa contundente.
Es indecisión, y puede ser que también haya algo de temor al rechazo, a “caer mal” si se responde “no”, y para no decirlo se dan explicaciones que ni vienen al caso ni nadie está pidiendo y que suenan a pretextos rebuscados.
Por lo regular esas personas evitan mirar de frente y a los ojos, como tratando de ocultar sus verdaderos pensamientos.
El «No sé»
Dentro de esta categoría de surrealismos se encuentra la pésima costumbre de dar mala información por no decir un simple “no sé”.
Es muy común que en la calle se pregunte por una dirección, por el transporte público que se puede utilizar para ir a determinado sitio, o por la ubicación de algo, ya sea de un monumento, edificio, teatro, cine, parque, escuela, estadio, hospital, etc.
Si alguien pregunta es que no sabe, eso es obvio y no tiene nada de particular, pero el problema viene cuando la persona a quien pregunta tampoco sabe pero cree que sabe o no quiere reconocer que no sabe y prefiere responder lo que se le ocurre, porque lo más probable es que le dé mala información.
Las consecuencias de una mala información no se pueden predecir, son variables, pero lo seguro es que al mal informado no le haga mucha gracia.
Idiosincrasia mexicana
Los tres casos comentados son costumbres -o vicios- muy extendidos en México que ya forman parte de una idiosincrasia. No está bien, aunque tampoco es para dramatizar.
El mexicano está habituado y no le perjudica mucho, y el extranjero que ha venido deberá acostumbrarse con el tiempo. Hay una frase popular que dice: “A donde fueres, haz lo que vieres”.
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