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El turismo y la migración en el mundo es un reflejo de nuestra necesidad de descubrir nuevos horizontes.

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Países

Desde hace mucho tiempo nuestro hermoso mundo está fraccionado en lotes a los que se les asigna el ostentoso apelativo de países, estados, regiones, territorios o como se quiera.

El hecho es que está dividido en aproximadamente 194 países legalmente constituidos y reconocidos, lo que me parece bastante exagerado, pero está bien que existan tantas naciones diferentes porque la diversidad “le da sabor al caldo”, como decía mi abuela.

Lo cierto es que muchas veces esa división se fundamenta en situaciones muy palpables como las tradiciones, las costumbres, la gastronomía, las etnias, el idioma formal y el cotidiano, las leyes y muchas y muchas cosas más.

Extranjeros en México

¿Qué es un extranjero?

Para ser llamado con todos los honores extranjero es necesario cumplir con un perfil perfectamente definido. La calidad de extranjero implica ciertas condiciones no demasiado complicadas aunque sumamente estrictas por su esencia misma.

Definición de extranjero

Según la Real Academia Española (RAE) el termino extranjero significa: Individuo que no forma parte de una determinada comunidad política constituida en Estado

Por lo tanto, de inicio no cualquiera es extranjero, hasta que le da por salir de vago y desplazarse a otro país. Pero, ¿qué es otro país?

Ciudadano del mundo

Tal vez sería mejor derribar esas fronteras y dar origen de una vez a una nueva calidad universal llamada “ciudadano del mundo”, donde no hubiera pasaportes ni permisos restringidos ni muros estorbosos ni sabuesos migratorios.

Pero eso es utopía, y como acabo de decir el asunto de los viajes no sería tan atractivo, y además la palabra “turista” perdería su faceta de romanticismo.

Fronteras en el mundo

No hace mucho hablaba en otra reflexión de las razones por las que un país ocupa un determinado territorio, y después de sesudas deliberaciones llegué a la deprimente conclusión de que no sabía absolutamente nada.

pero aun así mi capacidad más bien modesta alcanzaba para suponer, y aprovechando la atractiva coyuntura supuse que las naciones se formaron como resultado de guerras y conquistas, por cuestiones tribales, raciales, religiosas y geográficas.

Disputas mundiales

Estas nos ayudarían a imaginar a dos sujetos pactando en nombre de sus respectivas comunidades en términos de lo más civilizado que se pueda concebir: “De este lado del río es mi territorio y del otro ya es el tuyo. ¿Va?” Y el otro le responde con cara de contento: “Va que va”.

Lo malo es que los problemas vienen pronto, cuando uno de los mensos le reclama al otro: “Oye, las viejas de tu pueblo enturbian el agua del río cuando bajan a lavar”. Y el otro no se deja y le contesta: “Eso es una mentirota, pero además los chamacos de tu vecindario siempre andan lanzando piedras a mi lado y la bola de morbosos se la pasan espiando a mis muchachas cuando les vienen las ganas de echarse un rico chapuzón”.

Y así prosiguen los reclamos subiendo de tono poco a poco hasta que terminan agarrándose a trancazos, y al rato la batalla se generaliza entre las pacíficas comunidades provocando innecesarias bajas en la sociedad y en la misma proporción inesperadas altas en los cementerios, y para qué seguir si ya se sabe que se trata de la historia de la humanidad “civilizada”.

La historia de estos tipos lleva su mensaje recatado: hasta no hacía mucho ese par de sociedades formaban una sola, estaban integrados y seguramente hasta emparentados, pero a partir de su separación ya veían al otro diferente, con recelo, como extraño, a lo mejor hasta como rival, y en un momento dado como un potencial enemigo extremadamente peligroso. Es una absurda paradoja, pero completamente comprensible. 

Intereses mundiales

Eso de las fronteras es inevitable por muchas de las razones antes mencionadas: cuestiones tribales, raciales, lingüísticas, religiosas y geográficas.

Pero además hay muchas más, como por ejemplo motivos de interés lucrativo muy bien disimulado y perfectamente ejecutado como las competencias deportivas internacionales que producen dividendos nada despreciables, los concursos de belleza que todos rechazamos por considerarlos reaccionarios y humillantes pero que vemos en secreto, el productivo negocio de importación y exportación, los impuestos y los derechos de patente, y tantas otras quizá menos vulgares y más sofisticadas.

Todos somos extranjeros

Ser visto como extranjero es un orgullo; en algún momento todos somos extranjeros y al mismo tiempo nadie es extranjero. Depende, depende del tiempo y el espacio como diría don Albert Einstein, depende de la perspectiva y del lugar que un cuerpo ocupa en el espacio en un determinado instante.

Para abonar la idea existen otras consideraciones no tan subjetivas y más existenciales. Es un hecho que los latinos gustan a las europeas y que a los latinos les gustan las güeras de ojos claros y el cabello medio desteñido; y que a los europeos y a los latinos las asiáticas les parecen algo místicas, enigmáticas y exóticas, y que en general el extranjero es visto en todo el mundo como algo raro equivalente a pieza de museo o a curiosidad artesanal.

Ventajas del extranjero

Lo diferente llama la atención, lo diferente en la forma de vestir, de hablar, de expresarse y hasta de mirar y caminar. En la Ciudad de México disfrutamos de un nutrido flujo de turistas todo el año y siempre es bien recibido en general.

Al extranjero se le mira con una mezcla de curiosidad y una clase de admiración que si se piensa no tiene explicación, aunque lo importante radica en que se le recibe bien; los extranjeros son como “celebridades”.   

¿Turista o migrante?

Sin embargo es pertinente establecer una distinción trascendental: una cosa es un turista que llega de visita para esfumarse en unos días y otra radicalmente distinta un migrante que llega con claras pretensiones de permanecer en un lugar que a partir de conceptos y definiciones no le corresponde, no es el suyo por origen y por extensos y enredosos artículos constitucionales.

Migrante

El migrante puede adquirir el estatus de legalidad cumpliendo ciertos requisitos que varían de acuerdo al país de que se trate; eso está muy claro, pero existe la posibilidad de que el migrante no pueda cumplir esos requisitos y para que no lo manden de regreso de manera desconsiderada tome la determinación de permanecer como ilegal asumiendo los riesgos que su determinación implica. 

Cifras de migrantes

Datos de Amnistía Internacional (AI) revelan que en el mundo hay 25,9 millones de migrantes, que cada día 37,000 personas se ven forzadas a huir de sus países por conflictos y persecución, y que en el año de 2018, 111,000 personas de ellos eran niño o niña.

Este asunto es triste, pero como no estamos aquí para sufrir mejor sigamos adelante con un rostro más amable de la migración y sus desenlaces más felices.

Diversidad en América Latina

La diversidad cultural por ejemplo en América Latina es una clara muestra de lo que las fronteras provocan tanto para bien como para mal.

Al cruzar una línea fronteriza casi como por encanto se deja atrás un mundo al mismo tiempo que se ingresa a otro igual pero distinto.

Diferencias culturales

La comida no es la misma (algunas son picantes), ni las costumbres, ni la forma de vestir, ni las palabras y modos de expresión (de un lado del río eres “güey” y del otro ya eres “dude”; de un lado de la línea eres “che boludo” y del otro eres “hueón”; cruzando el golfo pierdes tu distinguida calidad de “güey” para de pronto granjearte la de “asere”), y a partir de una serie de choques culturales no desagradables adquieres la consciencia de que eres extranjero y de que estás en otra tierra; la misma pero otra.

Físicamente no hay muchas diferencias pero de un solo vistazo puedes identificar si una chica es colombiana, peruana, mexicana, venezolana, argentina, cubana, etc.

Lenguas

Tampoco el idioma es diferente pero en cuanto escuchas unas frases sabes que una persona es forastera y hasta puedes descifrar lo que te dice. Porque de tanto escuchar somos bilingües y hablamos o al menos entendemos varias lenguas de la zona. 

Lo interesante del caso es que gracias a la tecnología tan avanzada ya somos capaces de identificar acentos de otras lenguas diametralmente diferentes a la nuestra o a las que conocemos. Voy a presumir, pero yo distingo bien el japonés del chino o del coreano, así como casi todos podemos percibir el diferente acento de un norteamericano, un inglés, un australiano o un sudafricano.

Grandeza mundial

El mundo es verdaderamente hermoso y vale la pena conocerlo más a fondo. Es cierto que de ese gran conglomerado de naciones hay países poco conocidos, pero estoy seguro de que todos tienen algo que ofrecer:

Paisajes deslumbrantes, montañas imponentes, apoteósicas cascadas, desiertos fascinantes, bosques inauditos, bellas playas como de fantasía, caudalosos ríos intimidantes que hipnotizan, recónditas cavernas, infinita fauna y flora conocida y por conocer, y ante todo, en primerísimo lugar está la gente.

Esos ignorados compañeros de planeta que nunca conocimos ni conoceremos pero que andan por ahí pensando tonterías igual que yo, soñando con quimeras y elucubrando fantasías porque nuestro mundo alcanza para eso y mucho más, y de acuerdo a lo que Louis Armstrong pregonaba hace medio siglo, “What a Wonderful World”, el mundo es un lugar maravilloso, una manera muy sencilla de decirlo.

Es necesario amar a todo el mundo, respetar a todas las naciones, estimar las tradiciones y costumbres, apreciar la incalculable variedad que contiene el arte culinario, querer y tolerar las diferencias, admirar cada manifestación artística sin menospreciar, combatir con sincera convicción la discriminación, el racismo y el clasismo que denigran la esencia del humano, desprenderse de clichés malintencionados para darnos la oportunidad de realmente conocer.

¡Viva el mundo! ¡Viva la humanidad! ¡Viva el extranjero!        

Referencias consultadas

Real Academia Española, https://dej.rae.es/lema/extranjero-ra

Amnistía Internacional, https://www.es.amnesty.org/en-que-estamos/temas/refugio/