¿Qué decir de la Ciudad de México, cómo entenderla, cómo digerirla, cómo describirla?
Es difícil, es casi un reto si la pretensión es ser justo y objetivo, si la auténtica intención es manifestar un parecer que sustenta la experiencia y se apoya en evidencias y acontecimientos.
Porque mi ciudad es muchas cosas a la vez, unas buenas y otras malas, y viviendo inmerso en el veleidoso gran mosaico guiado por ventura del azar contra inercias de repente confrontadas sin finalidad, la tarea se muestra muy compleja.
Ciudad llena de contrastes
Es violenta, es hospitalaria, es exótica, es ruidosa, es caótica, es multirracial y multicultural, es resplandeciente, es contrastante, desesperante, cruel, acogedora, despiadada, deslumbrante y entrañable.
Una ciudad inmensa
En primer lugar debo mencionar que es grande (1,495 km2), pero sobre todo muy poblada. Según los últimos datos oficiales del INEGI tenemos 8, 918, 653 habitantes, 4, 687, 003 mujeres y 4, 231, 659 hombres.
Sin embargo, con el área conurbada del Estado de México alcanza 21, 581, 000 y unidos forman el Área Metropolitana.
Aunque no sea necesario aclarar el punto, sólo diré que en los lugares donde hacen frontera la ciudad de México y el municipio correspondiente del Estado de México, en una acera estás en la ciudad y al cruzarla ya estás en el Estado.
Un dato más: se ubica a 2, 240 metros sobre el nivel del mar.
Con estas cifras la ciudad es la quinta más poblada del mundo, después de Tokio (37 millones), Nueva Delhi (29 millones), Shanghái (26 millones) y Sao Paulo (21,6 millones).
¿Una ciudad funcional?
Tal cantidad de gente concentrada en un espacio relativamente chico parece una locura, un despropósito, un error por cuestiones de salud física y mental, de higiene, de prestación de servicios, de desplazamiento, de orden y seguridad y de algunas cosas más; pero así se vive y hasta la fecha no se ha presentado la catástrofe que cabría temer y suponer.
Se vive, o se sobrevive sin demasiados sobresaltos aprendiendo a convivir ensimismado o ignorado dentro de una multitud en su mayoría formada por desconocidos.
Su lugar en el mundo
En el mundo hay ciudades fascinantes que de ciudad han pasado a ser leyenda:
París, Roma, Nueva York, Londres, Atenas, Estambul, Alejandría, Praga, Buenos Aires, El Cairo, ¡Uf!, cuánta historia, cuánta fantasía contenida en los contornos de estos “legados” de la humanidad, que dan y han dado pie al vuelo de la imaginación por generaciones y seguirán dando por los siglos de los siglos hasta que en algún momento ya no den. Así es la vida.
México forma parte de la privilegiada esfera de ¨patrimonios de la humanidad”, y ya pensando creo que no necesita explicación.
¿Una ciudad desigual?
Es interesante ser testigo de sus profundísimos contrastes. Como ciudad grande y desigual –como toda Latinoamérica– tiene infinidad de barrios y colonias de todos los niveles:
Desde el más paupérrimo que la imaginación pueda concebir hasta zonas de un “estatus” (perdón por el anglicismo) de primer mundo.
Sus barrios tradicionales, los originales y con más historia guardan -sin esconder- costumbres centenarias que prevalecen resistiendo el torbellino del progreso que arrasa en nombre de la modernidad.
Existen barrios y colonias que combinan en su ritmo lo urbano y lo rural.
Vecindarios muy unidos en las malas y desunidos en las buenas; emparentados por compadrazgos y casorios, en los que al extraño se le dan los “buenos días” mientras se le examina adivinándole el destino y la intención.
Folclor mexicano
De fondo el constante “canto” de los compradores y vendedores ambulantes: tamales oaxaqueños, camotes, churros, tacos de canasta, “bísquets”, tamales y atole, arroz con leche, helados, cocoles, merengues y gaznates, fruta, clarasol y pino, bolsas, tierra para (pa´) las macetas, el vendedor de pájaros que en precario equilibrio lleva sobre la cabeza una docena o más de jaulas con canarios, loros, pericos australianos y cardenales; el comprador de fierro viejo, de periódico y papel, de botellas y envases de perfumes, de colchones, de ropa usada, y desde luego los recolectores de basura.
Por si esto fuera poco no falta la música que lo mismo pone ambiente que acaba por crispar los nervios, ya que se suceden diferentes grupos y subgrupos musicales que interpretan toda clase de ritmos desde la mañana muy temprano hasta transcurrido el tan evocador ocaso que hace soñar y suspirar.
Es una más de sus locuras, de su ruido y de su pulso; sin sus estruendosos alaridos no sería lo mismo, como que algo faltaría.
En los barrios digamos más “residenciales”, de clase alta, el comercio callejero no incurre en la grosera discriminación supongo que por solidaridad; es lo mismo, con la diferencia de tarifas y quizá de tratamiento.
El contraste entre las zonas marginadas, entre las colonias proletarias y las de alto nivel sobre todo económico es notable, aunque algunos aspectos se mantienen semejantes o cuando menos parecidos por la fuerza de la inercia, la conveniencia y la comodidad.
Transporte público
Se dice que el mexicano es muy emprendedor, le busca y le rebusca para no sucumbir de inanición.
El transporte público es un claro ejemplo pues también es un mercado: en el Metro encuentras de todo, música, baratijas, golosinas, libros, refacciones y dispositivos para celular, todo de la peor calidad y al mínimo precio de mercado, y con el riesgo de que te vayan a estafar. Pero sirve para no extrañar el ruido.
No recuerdo quién dijo que el Metro también es baño de vapor y sala de masajes; todo por el mismo precio.
Comida callejera
En donde te pares, sea cual sea la hora, en la calle encuentras qué comer: tacos en sus incontables tipos y modalidades, tortas, pizzas, hamburguesas y hot dogs, quesadillas y gorditas, tamales, chilaquiles (bolillo incluido), mariscos y varios etcéteras.
¿Ruido en la ciudad?
Ruido desde todos los puntos cardinales, música mezclada de incierto origen que se difunde en el ambiente, bocinas de auto entonando “mentadas” afectuosas, motores, llanto de niños, gritos, voces, ladridos, los pregones de los vendedores mencionados, y si en un momento dado se hace el silencio unos instantes, la extraña sensación provoca desconcierto e incomodidad.
Hace falta el ruido, es parte importante del entorno, es fundamental.
Inclemencias
En cualquier caso no te aburres, y si acaso lo estuvieras no falta el terremoto de esos que de vez en cuando nos agreden con tan violentas sacudidas que mejor no recordar.
O si no una de esas lluvias torrenciales que acaban en inundaciones que semejan caudalosos ríos, en donde sólo faltan las pirañas.
El tráfico vehicular es demencial, caótico, sencillamente insoportable a todas horas, escoltado y agravado por las habituales manifestaciones y protestas, que protestan con violencia contra la violencia afectando a culpables e inocentes por igual.
Ciudad nocturna
La ciudad no duerme, hay comercios, restaurantes y todo tipo de establecimientos que trabajan las 24 horas del día, como corresponde a una ciudad enorme y muy poblada.
La “vida nocturna” es muy variada, centros nocturnos, bares, cabarets y antros y otros sitios para el esparcimiento nocturno, principalmente en la Zona Rosa, Reforma, Polanco, Condesa, Roma, Coyoacán y en el Centro Histórico, y de menor categoría en sus alrededores, la Guerrero y la Doctores.
Por su tradición se destaca la plaza Garibaldi, que a pesar de su mala fama la verdad es que si no buscas problemas es difícil que tengas contratiempos.
Cultura en la Ciudad de México
Su vida cultural es diversa y rica: hay muchos museos (156), algunos geniales como los de comida o los de juguetes; teatros (158), cines, circos, conciertos de artistas de talla internacional, ferias, ferias de juegos y ferias de libros, culinarias, artesanales y de vestido, música en vivo en plazas, parques y calles, festivales, coreografías callejeras, exposiciones, conferencias y presentaciones.
Deporte en la Ciudad de México
Durante todo el año abundan los eventos deportivos también con mucha variedad. Competencias locales, regionales, nacionales e internacionales.
Las instalaciones para realizarlos son de buena calidad; ya se sabe que ha sido sede de unos Juegos Olímpicos (1968) y dos campeonatos mundiales de futbol (1970 y 1986).
Historia de la Ciudad de México
Los monumentos históricos son un testimonio de su rica historia. En el llamado “Centro Histórico” hay para visitar templos prehispánicos y ruinas restauradas muy interesantes que te hacen viajar a través del tiempo con la imaginación.
La ciudad la fundaron los mexicas en 1325, y como se sabe dos siglos después fue conquistada por los españoles.
En doscientos años la ciudad había pasado de pantano con islotes a una ciudad flotante edificada mediante ingeniosas obras de ingeniería, y aunque no muy grande en extensión era una metrópoli capital de un poderoso imperio que dominaba un amplio territorio recibiendo un considerable tributo en “especie”.
No se sabe con exactitud la cantidad de habitantes de la ciudad en aquellos albores del siglo XVI, y los cálculos al respecto son muy vagos porque se habla de entre 80,000 y 230,000, lo que de cualquier manera es una buena cantidad para la época.
Ciudad actual
La ciudad creció, a pesar de las condiciones no muy saludables por su ubicación y de los frecuentes terremotos, hasta convertirse en lo que es hoy, una de las ciudades más grandes y pobladas del planeta.
Sin duda la ciudad es peligrosa, hay mucha gente, lo que se traduce en que también hay muchos bienes e intereses, mucho vicio y también mucha necesidad.
Hay fuentes de trabajo, sin embargo los salarios son bajos en general y quienes están preparados para desempeñar los puestos en oferta prefieren dedicar sus habilidades y talento en otras actividades que brindan una mayor posibilidad de desarrollo económico y profesional.
Los desempleados normalmente recurren al comercio informal, o de plano le entran a la delincuencia; ese es un problema.
Ciudad impredecible
Se vive a un ritmo vertiginoso en el que todo es alucinante, parte realidad y parte fantasía, mientras que el pulso que nos rige es acelerado hasta el grado de la taquicardia.
Todo puede suceder, a cada paso te puedes encontrar sorpresas gratas o tragedias, gestos de bondad o de maldad, de egoísmo o de fraternidad, de indiferencia o de interés.
Tradiciones perdidas
Como consecuencia de la modernidad se han perdido algunas tradiciones no necesariamente positivas:
por ejemplo, se acostumbraba hacer fogatas quemando llantas para celebrar el año nuevo; se quemaban “judas” el sábado de Gloria, y ese mismo día la gente se mojaba a cubetadas de agua fría en las calles, provocando contaminación y un considerable desperdicio de agua.
Asimismo se han perdido oficios que ahora son sólo recuerdos: ya no pasa gritando por la calle el reparador de paraguas y sombrillas, pues hoy son desechables y prácticamente nadie se preocupa por mandarlos reparar.
Tampoco he visto al “cambiador”, aquél que cambiaba ropa usada por piezas de porcelana o trastes de cocina.
Nostalgia
Extraño al circo itinerante, el que deambulaba por los barrios con su oso mal alimentado y triste que bailaba al ritmo de la pandereta que zarandeaba con desgana y poca gracia la bellísima doncella de la compañía, la que gracias a lo exiguo de su vestimenta ofrecía a la numerosa concurrencia una panorámica de sus exquisitas opulencias arrancando alaridos de pasión, y al final el chango, el chimpancé sucio y apestoso que hacía reír y daba miedo mientras pasaba con la gorra recaudando los recursos que correspondían a cambio del espectáculo recién interpretado.
Era una familia de extranjeros, me parece que de Hungría, aunque no lo puedo asegurar.
Su competencia era un mulato enorme que llegó de Cuba y que sabía manejar sus bicicletas con maestría, y si digo sus bicicletas es porque tenía varias de diferentes tamaños sobre las que ejecutaba actos maravillosos por su grado de dificultad.
Todo eso ya no existe, ya no está de moda ni llama la atención.
La atmósfera, antes tan pura y transparente hoy es contaminada y turbia, pero aún se puede más o menos respirar si es que te acostumbras.
Eso sí, el valle es deslumbrante y el sol brilla todo el año compartiéndonos su luz, su alegría que lo mismo incita a la actividad que cansa y funde por su extrema generosidad.
Además el clima es muy benigno, ni mucho calor ni mucho frío, aunque siempre nos quejamos nada más por no dejar.
Ciudad mágica
La ciudad de México es sencillamente incomparable, ni mejor ni peor que otras grandes urbes, “es lo que es”, y después de conocerla jamás se le podrá olvidar ni desprenderse de aquello que dejó.
Referencias
INEGI, 2015, http://cuentame.inegi.org.mx/monografias/informacion/df/poblacion/
Mandujano Tovar, Rocío, 2019, “Estos son todos los museos de la ciudad de México”, consultado en: https://noticieros.televisa.com/especiales/cdmx-ciudades-mayor-numero-museos-mundo/
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