Escuchar relatos de fantasmas y asuntos similares es una clase de placer que en primera instancia no se entiende, aunque la explicación sale sobrando porque a fin de cuentas es un gusto quizá un poco masoquista pero inofensivo como muchos otros que proporcionan un deleite indefinible.
Cuentos de espantos
Antes era muy común que jóvenes y niños se reunieran por las noches a veces de manera clandestina simplemente para referir cuentos de espantos.
En el cónclave secreto se contaban historias tan absurdas que causaban más risa que terror, pero en realidad no importaba a nadie, porque la intención era pasar un rato jugando al transgresor mientras merodeaba en el ambiente una vaga ilusión de que alguien por casualidad narrara un episodio que cuando menos estimulara un poco la imaginación.
Cuando era niño y salían de noche los “mayores” nos dejaban al cuidado de la chica de servicio, por quien sentíamos un cariño verdadero por sus virtudes y su juventud adolescente, al grado de tratarla como hermana.
Entre sus múltiples talentos ostentaba el de ser una excelente “relatora de cuentos de fantasmas”, tan escalofriantes que nos llevaban al delirio.
Tradiciones
Primas y primos -nueve en total- hacíamos rueda en torno a Estela dispuestos a sufrir-gozar por unas cuantas horas, impacientes al principio porque Estela se hacía la remolona para incrementar el efecto del impacto de sus narraciones con un poco de ansiedad provocada por la espera que prolongaba con toda la intención.
Desde luego era parte esencial de su maestría, el crear incertidumbre antes de dar inicio a la sesión de terroríficas mentiras mezcladas con leyendas conocidas invariablemente sucedidas a sus familiares, a sus vecinos o hasta a ella misma.
No recuerdo bien si le creía aunque más bien creo que no, pero igual me fascinaban, disfrutaba del momento y de la compañía, y claro está que después no podía dormir.
Los calendarios se fueron sucediendo en mi historial hasta que me convertí en adulto, un adulto que no olvidó jamás las veladas deliciosas que siempre ha recordado con amor y con nostalgia, tanto por los tiempos idos como por el cortejo que a su vez el tiempo dispersó.
Fantasmas
Como sucede a mucha gente he sido testigo de hechos muy extraños o definitivamente inexplicables, que no atribuyo a lo sobrenatural por mi escepticismo radical, pero supongo que si creyera en esos temas ya lo hubiera platicado y además exagerado como suele suceder:
Sombras, voces, objetos que caen o que se mueven, luces que se encienden o se apagan, puertas que se abren o se cierran, y muy en especial reacciones de otra gente.
Es decir, comportamiento de amistades justo en el momento en que aseguraban estar oyendo o viendo algo que yo no era capaz de percibir, pero que su reacción me provocaba escalofríos por la autenticidad de su conducta; me decía que no podían estar fingiendo.
Pero esas son experiencias personales que por insignificantes no trascienden, no son de la clase que perdura a lo largo de los siglos y se arraiga en la tradición oral y escrita de los pueblos a todo lo largo y ancho del planeta, porque de “cuentos de fantasmas” es riquísimo el folklore de los cinco continentes.
El tema es amplio y desde luego muy interesante, por lo hoy me propongo hablar un poco de esas tradiciones, específicamente en el entorno latinoamericano por ser el que me corresponde.
La Llorona
Una de las leyendas más extendidas en Latinoamérica sin duda es la de “La Llorona”, historia que diversos pueblos han adoptado a partir de una misma base y adaptado para crear una versión local más acorde a sus costumbres o a sus inquietudes, incluso nombrándola con nombres diferentes.
El argumento es simple, en síntesis se trata de un espectro femenino que por las noches llama a sus presuntos hijos lanzando al aire escalofriantes y estridentes alaridos de los que no dejan dormir y además asustan.
Según dicen los que saben o presumen de saber, los clamores de la dama obedecen a la sencilla razón de que la malvada tuvo el mal gusto de matar a los chamacos y aparentemente arrepentida resulta que le ha dado por buscarlos, ya que además tanto aspaviento inclina a secundar la tesis de que seguramente los perdió.
Muy mal, cero en conducta para “La Llorona”, ¡matarlos y todavía perderlos!
Pero a pesar de su perversidad más que manifiesta no le ha ido nada mal a la homicida, porque además de la leyenda le han dedicado algunos libros, películas, programas y hasta canciones populares.
La Llorona en México
Los entendidos sobre el tema, los “lloronólogos”, sitúan el origen de la historia en territorio mexicano, desde donde se difundió en varias direcciones hasta llegar a otros pueblos y naciones.
En México se habla de una mujer indígena de moral sumamente relajada que se convirtió en amante de un español con quien procreó tres hijos, mismos que despachó hacia el otro mundo en un momento de desesperación a causa de los celos.
El tribunal que la juzgó no tuvo piedad y la condenó a la horca -aunque es de presumir que sus abogados alegaron que se trató de un “crimen pasional”- y a partir de ahí adquirió su condición de espectro escandaloso. Se llamaba Luisa.
La Llorona en Guatemala
En Guatemala se llama María y no es indígena, es mestiza, además de que no es la amante de un español sino que ella es quien tiene una aventura (o muchas) con un peón de su hacienda resultando embarazada presumiblemente en un descuido imperdonable.
María mató al “hijo del pecado”, que aquí es sólo uno y no tres como la Luisa mexicana.
La Llorona en Nicaragua
En Nicaragua la fantasma que incurrió en los mismos ilícitos que su homóloga de tierra azteca es una indígena de Moyogalpa. Ahogó a su hijo ilegítimo en el río, y cuando arrepentida trató de rescatarlo corrió la misma suerte que el chamaco.
La Llorona en Colombia
En Colombia hay una leyenda parecida aunque el argumento no es el mismo. “La Tarumama” quedó embarazada nada menos que del arco iris, pero cuando estaba dando a luz sufrió un desmayo y cuando se recuperó la corriente del río ya se había llevado al niño mitad tarumama y mitad arco iris.
Desesperada se volvió loquita y le dio por convertirse en una espantadora profesional con especialidad en robo y comercialización de niños al menudeo y sobre pedido.
También en Colombia se presenta “La Patasola”, cuyo apelativo responde a la carencia de una pierna, y confieso no estar en condiciones de aclarar si se trata de la izquierda o la derecha, pormenor que parece irrelevante.
No es precisamente guapa la señora, la describen con el cabello enmarañado, los ojos de tigresa y enormes colmillos que se asoman por entre los labios de una boca de las grandes.
Es una fémina vampiro que por definición suele libar generosas dosis de sangre preferentemente humana, mientras “botanea” saboreando diversos bocadillos preparados con la carne del sacrificado.
Otros países
En Venezuela, Perú, Uruguay, Costa Rica, El Salvador, Ecuador y Puerto Rico la leyenda tiene otras versiones adaptadas a sus particulares preferencias, mientras que en Chile hay varias lloronas distribuidas por región.
La más popular de ellas quizá sea la famosa Pucullén.
Sin embargo la alegoría de la mujer que mata a sus hijos y después se manifiesta no es exclusiva de estas latitudes pues existe en todo el mundo, algunas de ellas bastante conocidas:
Medea, ilustre personaje mitológico de Grecia; Pontianak, de Indonesia; Kuchisake-onna, de Japón; Banshee, de la cultura celta, y también las hay en China y varios pueblos africanos.
Parece que los inventores de leyendas de terror han tenido una obsesión por presentar a la mujer como ser maligno y peligroso, las convierten en fantasmas, brujas, hechiceras, asesinas, sombras y no sé cuanto más.
Como si no pudieran siquiera imaginar que existieran seres o fantasmas varoniles malos; bueno a excepción de los vampiros y los zombis y los diablos y los duendes y chaneques………. uf, creo que es un empate.
En América Latina hay muchas otras damas fantasmales que disfrutan espantando gente y que han dedicado “su muerte” a hacerlo con singular aplicación.
La Llorona en Chile
En Chile tiene una socia “La Llorona” (no rival, ya que entre los espectros no hay envidias) muy importante con antecedentes similares y un sumario criminal nada despreciable; se trata de “La Calchona”.
Según fuentes muy autorizadas “La Calchona” tiene apariencia física de oveja pero posee cabello y rostro de mujer, y se dice que es en extremo perversa y peligrosa.
La Llorona en Venezuela
En Venezuela hay otra mujer demonio que llaman “La Sayona”, a quien se describe como esbelta y elegante en el vestir, guapetona pues, y que se complace en aplicar puntual castigo al abundante aluvión de hombres infieles.
Esta vengadora también tiene sus analogías en México y Colombia.
La Llorona en Honduras
Con motivaciones y conducta parecidas tenemos a “La Siguanaba”, natural de Honduras, quien castiga a infieles y trasnochadores sin discriminar aunque mediante su propio “modus operandi” para no ser confundida con sus amigotas.
Se les aparece con el rostro oculto y semidesnuda con el fin de provocar, y cuando los tarados se le acercan pensando “ya ligué” se descubre mostrando su horrendo cráneo pelón de calavera provocando una obvia reacción de correr al sanitario con la alarmante sensación de no llegar. Es bien mala la mujer.
La Llorona en Panamá
En Panamá es leyenda “La Silampa”, mujer que se muestra bajo la apariencia austera de sábana blanca sobrevolando por los caminos solitarios en busca de una presa, ya que si acaso no ha almorzado y ya tiene algo de apetito se los come enteritos dejándolos en huesos; se los devora así como los atrapa, crudos, y sin cubrir el costo de la cuenta.
La Llorona en Ecuador
En la zona del pacífico de Colombia y Ecuador suele aparecerse cuando se le antoja “La Tunda”, fantasma con un vasto prontuario criminal especialista en el robo de niños distraídos o desobedientes o ambas cosas.
Pues bien, después de este repaso de las perversidades fantasmales femeninas me dio un poco de miedo y muchas ganas de reír, pero ya lo superé, porque soy muy respetuoso de las tradiciones de los pueblos que necesitan de esta clase de leyendas para crear conciencia de nacionalidad y pertenencia.
Como conclusión quiero agregar que ahora extraño más los incomparables y sobre todo originales cuentos de Estela la entrañable.
Referencia consultada
Wikipedia https://es.wikipedia.org/wiki/Tarumama
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