¿Es tramposo por naturaleza el ser humano? Yo diría que no, pero hay muchos indicios que lo afirman.
Es de lo más común presenciar o enterarnos de algún asunto en el que alguien hace trampa, ya sea en juegos de mesa, de cartas, en política, en la escuela, en los negocios, en las apuestas y hasta en el deporte.
No sorprende a nadie, tal vez cause molestia si en algo nos afecta, pero por lo regular hasta nos provoca risa.
¿Que motiva el hacer trampa?
El hacer trampa tiene un objetivo, una razón, una motivación: ¡Ganar!
El deseo de ganar es lícito y no parece que haya discusión en ese aspecto, pero ganar haciendo trampa ya es algo cuestionable. ¿Dónde quedan los principios, la ética, la honestidad, la moral? ¿Ganar haciendo trampa es satisfactorio y digno?
Bueno, pues según los antecedentes todo escrúpulo es insuficiente para reprimir la psicopatía del triunfo. Se trata de ganar a como dé lugar, como sea, no importa la manera, dedicando esfuerzo, pero si no fuera suficiente valiéndose de métodos prohibidos por las reglas y el honor.
Es muy bonita la frase “lo importante no es ganar sino competir” que se usa como lema del deporte olímpico, pero al parecer el espíritu del concepto ha perdido autoridad.
Instinto competitivo
Nuestra parte animal es competitiva por instinto, y si es preciso puede ser egoísta, implacable y hasta cruel, ya que su esencia animal más primitiva le dicta la misión de perpetuar la especie superando las adversidades que se le presenten, y para hacerlo, desde lo más profundo aspira a dominar su entorno y así tener control.
Es necesario sobrevivir, y para ello es fundamental alimentarse, protegerse del ambiente, procrear para multiplicarse e imponerse a los rivales.
Por lo tanto la competición es parte esencial de la naturaleza, en los animales y en las plantas, y desde esa perspectiva lo que hace diferente al ser humano es su capacidad de raciocinio, que implica la conciencia de nosotros mismos, de la vida y de la muerte.
Sin embargo en la naturaleza también hay lecciones de cooperación, entre las que sobresale el comportamiento de una colonia de hormigas en la que cada miembro dedica su existencia al bien común.
Pero nosotros no procedemos de la misma forma, no somos tan “disciplinados” ni domina nuestros actos algún determinismo biológico, ya que existe el libre albedrio que nos concede la oportunidad de decidir.
Ganar siempre ha sido importante, brinda fama, privilegios y satisfacciones, pero en la actualidad se han sumado dos grandes alicientes: ¡Dinero y poder!, muy relacionados entre sí.
Trampas en la música y el deporte
En la época actual hay dos grandes entornos en los cuales se han presentado escandalosos casos de trampas o engaños descubiertos: el “mundo del espectáculo” y el deporte, que generan ganancias increíbles.
En pleno apogeo de Los Beatles, en la década de los 60, cuando ellos y otros grupos ingleses causaban furor entre la juventud mundial ávida de libertad y de ídolos con los cuales identificarse y proyectarse, en Estados Unidos entendieron que era una excelente oportunidad de explotar el potencial mercado que representaban los chamacos, y para ese fin “fabricaron” un grupo norteamericano, no para competir en calidad con los ingleses, sino para hacer fortuna.
Lanzaron una convocatoria no muy específica solicitando jóvenes con ciertas características, y como era de esperar acudieron millares de toda la nación que aspiraban a convertirse en artistas profesionales.
The Monkees
Tiempo después apareció el programa “The Monkees” en las pantallas de televisión, simultáneamente a un disco debidamente promovido ($) por las estaciones de radio nacionales e internacionales.
Estuvo bien planeado y perfectamente ejecutado: las canciones fueron exitosas, el programa tuvo mucha audiencia y en las revistas especializadas los columnistas se atrevían ($) a compararlos con Los Beatles.
La música era buena, claro, puesto que contrataron a grandes compositores de la época como Carol King, Tommy Boyce y Bobby Hart y Neil Diamond para que los proveyeran del material de calidad que necesitaban.
Por otro lado los integrantes del grupo sin duda eran carismáticos y gustaban a esa juventud algo confusa y sin ideales, y todo fue a pedir de boca durante unos pocos años………….. hasta que se venció el contrato.
Así de simple, se venció el contrato, y como comprendieron que sostener por más tiempo la farsa era peligroso y complicado ya no lo renovaron; se acabaron “The Monkees”.
Poco después se supo toda la verdad, ya que hasta ese entonces se creía que el grupo era original, es decir, que cuatro jóvenes (Davy Jones, Micky Dolenz, Peter Tork y Mike Nesmith) se habían juntado por su iniciativa para formar el grupo y que se les dio la oportunidad que aprovecharon gracias a su gran talento.
En realidad lo malo no fue que engañaran al público en la historia de la formación del grupo, sino que los muchachos ni siquiera sabían tocar los instrumentos y se concretaban a fingir y a medio cantar.
Se hizo un gran escándalo en los medios; esos mismos que poco antes los elogiaban ahora los hacían pedazos y los humillaban, hasta que el tiempo se hizo cargo del olvido, como siempre pasa. Dos de ellos, Jones (por cierto inglés) y Tork, ya murieron.
Milli Vanilli
En los años 90 se presentó un caso parecido, cuando un dueto alemán de música pop, Milli Vanilli fue desenmascarado de hacer algo similar. Después de vender millones de discos y haber ganado el permio Grammy, se descubrió que Rob Pilatus y Fav Morvan sólo hacían “playback” y prestaban su imagen carismática para ¡vender!
Por supuesto el Grammy se les retiró, siendo el primer caso de la historia.
Trampas en la literatura
En la literatura ha habido innumerables demandas por plagio, algunas interpuestas contra celebridades de la talla de José Saramago (Nobel 1998), Carlos Fuentes, Camilo José Cela (Nobel 1989) o Alfredo Bryce Echenique.
Es difícil comprobar un plagio, muy difícil, y que yo sepa ninguna de estas demandas procedió.
Trampas en el deporte
Para este asunto de las trampas parece que el deporte es el escenario ideal, tanto para intentarlo como para que los descubran.
Ha habido casos memorables por la originalidad de su ejecución, aunque la mayoría no pasa de ser vulgares embustes de tipos y tipas sin principios. Algunos de los más conocidos son:
Lance Armstrong
El dopaje del ciclista norteamericano Lance Armstrong, ganador de múltiples competencias internacionales de primer nivel. Confesó haber utilizado substancias prohibidas antes de las competencias.
Marion Jones
El dopaje de la atleta norteamericana Marion Jones, ganadora de cinco medallas (tres de oro y dos de bronce) en la olimpiada de Sidney 2000. Su proeza deportiva la logró gracias al consumo de esteroides prohibidos, según ella misma confesó.
Ben Johnson
El atleta canadiense Ben Johnson, quien ganó la medalla de oro en los juegos olímpicos de Seúl de 1988 y algunas otras justas deportivas, pero consumiendo anabólicos específicamente restringidos.
De dopaje ha habido muchos otros casos, miles, y lo único que considero importante mencionar es que algunos de los culpables no lo han reconocido y siempre han alegado que desconocían que consumían tales substancias a través de alimentos o medicamentos ingeridos de manera involuntaria (sin saber lo que era) o suministrados en secreto por sus entrenadores.
Tal vez algunos sean inocentes en efecto, pero pues ya ni modo.
Sin embargo ha habido otras trampas memorables que en su momento fueron muy divulgadas por la prensa y no tan simpáticas para sus contrincantes.
Futbol americano
Tal es el caso de las recurrentes trampas de los patriotas de Nueva Inglaterra, toda una vergüenza deportiva del presente; pero no voy a extenderme en este asunto porque no vale la pena.
A cambio voy a recordar sucesos que, a pesar de lo reprobable, merecen un poco de atención por lo notable.
La mano de Dios
El gol de Diego Armando Maradona con la mano, la famosa “mano de Dios” en el partido contra Inglaterra del campeonato mundial de futbol de México 1986.
Las repeticiones, las fotografías y hasta el reconocimiento del futbolista prueban que el gol fue anotado con la mano y no con la cabeza.
Lo importante es que Argentina ganó 2-1 y que el partido era de cuartos de final con eliminación directa, y que posteriormente Argentina sería campeón del mundo. Entonces sí fue muy importante el gol de “la mano de Dios” porque tal vez definió al campeón.
Pero, ¿por qué la mano de Dios? No hacía mucho, en 1982, Inglaterra y Argentina protagonizaron una guerra por la posesión de unas islas, la “Guerra de las Malvinas”, la cual ganó Inglaterra, potencia militar mundial que además contó con la ayuda logística de los Estados Unidos. Seguramente a eso aludía Maradona al bautizar a su gol con ese nombre.
Fred Lorz
En los juegos olímpicos de 1904 disputados en San Luis, Missouri, Estados Unidos, en la prueba de maratón salió vencedor el estadounidense Fred Lorz, pero su triunfo se debió a que hizo la mayor parte del trayecto en auto; el auto de su entrenador.
Cuando estaban a punto de colgarle la medalla de oro alguien llegó con el chisme, y el farsante declaró que lo había hecho “como broma”. ¡Pues qué fulano tan gracioso!
Rosie Ruiz
En la rama femenil del maratón de Boston de 1980 resultó vencedora la norteamericana Rosie Ruiz, aunque más tarde se pudo demostrar mediante fotografías e incluso con testigos que hizo trampa, recorriendo una buena parte del trayecto bien sentada en un vagón del subterráneo.
Supongo que ni siquiera tuvo el gesto de pagar su boleto para entrar, y por más que su trampa era muy original a los jueces no les hizo gracia y le quitaron la medalla. Por cierto que la tramposa murió hace unos cuantos meses.
Trampas en Juegos Paralímpicos
En los Juegos Paralímpicos de 2000 en Sidney, Australia, se dio otro lance deshonesto. En la competencia de basquetbol varonil, categoría de “discapacidad mental”, el equipo de España ganó la medalla de oro sin problema.
Para calificar a la categoría cada participante debía de tener un coeficiente intelectual inferior a 70, esa era una condición reglamentaria.
Pues bien, al final, resulta que de los doce integrantes del equipo ganador solamente dos cumplían con esta obligatoria condición, y como es lógico les fue retirada la medalla con todos los deshonores merecidos.
Es vergonzoso, y lo más curioso es que quien los delató fue un propio miembro del equipo.
Por último platicaré otro suceso deplorable, y aunque sea difícil de creer (nótese el sarcasmo) de otra estadounidense.
Tonya Harding
Cuando estaba a punto de disputarse el campeonato nacional de la disciplina de patinaje artístico sobre hielo, que además de su importancia serviría para calificar a los Juegos Olímpicos de Invierno de Lillenhammer, Noruega de 1994, se daban como favoritas a dos patinadoras: Tonya Harding y Nancy Kerrigan.
En los torneos más recientes siempre había ganado Kerrigan, lo que no tenía contenta a Tonya, que para evitar otra derrota decidió ganar de una manera más segura aunque poco deportiva.
Su esposo, Jeff Gillooly, contrató a unos tipos para que le ayudaran a……… romperle las piernas a la pobre Nancy, que ante la rabia, el dolor y la impotencia se puso a llorar y a lanzar mentadas.
Claro que al principio se ignoraba el móvil de la agresión, que se averiguó a partir de una investigación.
Al final las dos fueron a las olimpiadas: Nancy ganó la medalla de plata y Tonya tuvo una mala participación, lo que parece justicia divina una vez más. Meses después Tonya Harding fue expulsada de por vida.
Pues bien, unos cuantos casos no inclinan tanto la balanza; sin duda hay muchos tramposos, pero quiero creer que no son la mayoría. ¿O sí?
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